Javier Arroyuelo / Un día y después otro

Thursday, March 6, 2014

1.

Jueves 6 de marzo, alrededor de las 6 p.m

-.Siiii, dice la sesentona de pelo rubio ultra claro dorado, se están yendo todos. 

-. Ah..sí...?, dice el señor con maletín y cajón de herramientas que camina a su lado.

-. Síii, síii, los paraguayos to-dos. ¿ Que se van a a quedar a hacer acá? Todos, le digo.

Yo, que camino casi a la par de ellos, me pregunto un instante si todo este tráfico encaminado por la calle Junín forma parte de ese éxodo guraní. Pero ¿ porqué irían en ese caso hacia Rivadavia y no en la dirección de Libertador, Tigre, Brazo Largo, etcétera?

El señor que, como es lógico, agradece el trabajo de urgencia que le ha salido, ha de juzgar oportuno alentar la buena onda y dice entonces:
-. Creo que los peruanos también se están yendo.

Obvia inspiración del momento. Eficacísima.
La rubia sorprendida y feliz pregunta:
-:¿ Allá también están mejor?.
Y sin dejar tiempo a la respuesta:
-. Pero ¿ dooonde no están mejor que acá?

Justo en ese momento, me toca desengancharme del dúo para entrar en la dietética - de propietaria paraguaya y muy amorosa, que veo firme detrás del mostrador, sin valijas en torno.

Me quedo sin saber si los bolivianos y uruguayos también nos están dejando.
Pero por lo menos estoy al tanto de otra nueva fantasía de la febricitante pequeño burguesía argentina, gran practicante del wishful thinking.